26 abril, 2024
Cultura

Centro Cultural Recoleta

Incorporó espacios para estudiar y hacer reuniones de trabajo, sumó una zona de práctica, clases y competencias de break dance y hip hop, y una terraza para tomar mate, entre muchas otras propuestas gratuitas.​

Las reformas llevaron más de un año. Es que la renovación del Centro Cultural Recoleta (CCR), dependiente del Gobierno porteño, fue casi total. La enorme puesta en valor se estrenó el 10 de enero pasado con grandes expectativas y, desde entonces, no para de sumar cada vez más vecinos. En su mayoría son jóvenes de entre 13 y 30 años que hacen del espacio su casa de estudio, tiempo libre y trabajo.

El objetivo, confirma Luciana Blasco, subsecretaria de Políticas Culturales y Nuevas Audiencias del CCR, era “revalorizar y adaptar el edificio del Recoleta para que fuera capaz de recibir y alojar a todas las nuevas escenas culturales que están vivas en la ciudad”. Y se cumplió con creces.

“Según encuestas recientes que realizamos para analizar el impacto de las medidas que tomamos, a casi seis meses de su reinauguración, el público creció un 60%”, continúa Blasco. Mientras el año pasado se acercaban al centro 50 mil personas por mes, desde enero de 2019 esa cifra llegó a los 80 mil mensuales. Además, confirma que en su mayoría son jóvenes de entre 18 y 30 años.

Ya su inmensa puerta de entrada de la calle Junín al 1900, trasmite la profunda renovación; colores más vivos, dibujos en paredes, mobiliarios con diseños más cancheros y un estilo minimalista.

La que hasta el año pasado fuera una casa de arte y cultura más bien expositiva y con criterio museístico, se convirtió este año en un espacio vivo que apuesta a la convivencia de todas las expresiones culturales y jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires.

“A casi seis meses de su reinauguración, el público creció un 60%”. (Luciana Blasco)

Versátil, participativo y cálido, ahora El Recoleta es un lugar con muchos lugares: en sus 17 mil metros cuadrados hay espacios dedicados de forma permanente a los adolescentes con clases y competencias de hip-hop, una sala de dibujo, una zona de estudio y un espacio de ocio y recreación.

En la entrada principal, una tienda de diseño argentino y contemporáneo busca visibilizar el trabajo local. También se puede disfrutar del Cine, el Laboratorio musical, el Centro de investigación, la Residencia para artistas, la Capilla y las salas de exhibición dedicadas a las artes visuales.

Otro de los atractivos del lugar, que no implica desembolso monetario, es la terraza. Ubicada al fondo del gran edifico, con vista directa a otros dos símbolos porteños, el Museo de Bellas Artes y la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, amplia y llena de plantas, es un espacio para ir a tomar mate y compartir un momento con familia o amigos.

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