25 abril, 2024
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“La escritura y la lectura fueron siempre algo muy ligado a la parte más mía”

(Foto Florencia Downes)

“Cómo me enamoré de Nicolas Cage” es la primera novela de Carla Quevedo, publicada en febrero pasado, pero fue antes escrita en inglés entre 2012 y 2013 cuando vivía en Estados Unidos. Si bien se trata de su novela debut, la joven escritora y actriz ya había publicado un poemario, “Me peleé a gritos con el manager del spa”, en 2019.

En charla con Télam, Quevedo confesó sus sentimientos hacia el arte de escribir y las repercusiones del libro mientras disfrutaba de un exprimido de naranja: “Estoy muy feliz la verdad. Para mí la escritura y la lectura fueron algo siempre muy íntimo, muy ligado a la parte más mía. Nunca pensé que eso iba a ser compartido con otros. ¡Estoy muy contenta! Siento una satisfacción que nunca había sentido con mi trabajo como actriz”.

Foto Florencia Downes
(Foto Florencia Downes)

Año 2011. Marta, el personaje principal y quien narra la historia, es una joven argentina de 24 años que vive en la ciudad de Nueva York. Una madrugada conoce a Nicolas Cage, un músico de “unabandafamosa”. “Marta quiere proteger la identidad de esta persona famosa por eso no menciona el nombre de la banda. A Nicolas Cage le puse el nombre del actor famoso porque es una manera de dimensionar lo famoso que es el personaje en la ficción. En definitiva, eso es lo que hacemos los actores, interpretamos a alguien que no somos. Nicolas Cage es un nombre que funciona como una máscara para interpretar un personaje que no es él”, explicó Quevedo.

La salud mental cumple un rol protagónico en la trama. La protagonista tiene depresión y trastorno generalizado de la ansiedad lo que regula con psicofármacos. Durante los últimos años, en particular tras dos años de pandemia, hubo una desestigmatización de la salud mental, al haber más personas que comenzaron a atravesar ansiedad, ataques de pánico, entre otras cuestiones. “Cuando yo escribí la novela no se hablaba de estos temas (salud mental) incluso en el primer capítulo Marta dice que en el 2011 la gente no hablaba de la ansiedad como de sus mascotas. La salud mental en la novela es casi un personaje principal, esos pensamientos que no paran y que toman el control de la vida de Marta”, reflexionó la escritora.

-Carla, ¿por qué crees que los lectores/as quieren saber en quién/quiénes te inspiraste para crear a Nicolas Cage? ¿Crees que tiene que ver con la obsesión de saber qué es ficción y qué es autobiográfico?

-Hay algunos puntos en común entre la novela y mi vida pero es una historia que si bien parte de mí o de algunas experiencias que viví, después fueron ficcionalizadas para tramar esta historia. Pareciera que se le da un valor extra a algo si es real, como un hartazgo de la réplica y de la imagen falsa, hay muchas ganas de consumir historias reales. Sobre todo en la generación de mi hermano que es centennial, quieren las cosas reales, leer de alguien que atravesó esa experiencia y está hablando desde un lugar genuino. Y después está un sector más cultivado que tiene cierto prejuicio: “ahora cualquiera puede escribir ficción”.

Una cosa es contar una anécdota de tu vida y otra cosa es hacer literatura, eso debería estar claro. Me parece que la buena autoficción es espectacular, por ejemplo la que hace Rachel Cusk, no tienen menos mérito sus libros porque le hayan pasado. Puede que la anécdota de la que parte mi libro sea real pero después está la trama, cómo uno cuenta la anécdota y desde dónde se cuenta. Yo no soy Marta.

-Marta se enamora, se obsesiona con Nicolas Cage. Pero si pudiéramos imaginar con qué otro personaje de otra ficción, le gustaría a Marta tener un triángulo amoroso, ¿quién sería?

Debería ser un personaje que le atraiga a Marta. Podría ser una triareja. Creo que Sheila, protagonista de “Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York” (Gail Parent), libro que estoy leyendo ahora. Siento que Sheila y Marta son parecidas, se llevarían muy bien. La triareja de ellas con Nicolas Cage sería un desastre (risas). Pero creo que con todas sus fallas y dificultades, Marta podría sentir mucha empatía por Sheila.

 
Fotos: Florencia Downes

-En tu Instagram compartiste con tus seguidores que un librero dijo que tu libro estaba en la sección de “novelas románticas” porque tenía el lomo rosa y la autora era mujer. ¿Qué análisis hacés de esa situación?

Hay prejuicios del trabajo artístico de la mujer, por no decir el trabajo de la mujer en general. Nunca en una nota sobre un libro o en una reseña se habla de una novela romántica escrita por un hombre. Pareciera que ‘novela romántica’ es hablar de amor y hay un montón de hombres que han hecho toda su carrera literaria hablando de amor. Se me vienen nombres como Philip Roth, Manuel Puig, Haruki Murakami… Sin embargo, nunca dirían que escriben novelas románticas. Por lo menos esta novela no tiene las características de una novela romántica sino de obsesión, del deseo de ser amada, validada por un otro. Es más bien una novela de desamor y desencuentro.

Por qué leer a Carla Quevedo

La autora “novel”, como ella misma se autodenomina, construyó una voz narrativa a través de Marta, que cautiva a quien lee desde la primera frase, desde el vamos: “Era jueves a las dos de la mañana y estaba borracha”.

Quevedo genera verosimilitud a partir de la protagonista y narradora Marta, por lo compleja y real que es, hace pensar que podría ser una hermana, una prima, una madre e incluso una misma. Esa complejidad es lo que caracteriza a la humanidad y lo que otorga una alta cuota de verosimilitud, que hace que a lo largo de la lectura se pueda ver a Marta recorriendo las calles de Nueva York, a su perro Ramón e incluso a escuchar la voz de Nicolas Cage.

Marta es un personaje real, una jóven mujer de carne y hueso. Se la puede visualizar, tomando decisiones, siendo una extranjera en una de las metrópolis más icónicas del mundo occidental. Marta genera conflicto, como la vida misma. Por momentos da risa, por otros da ganas de llorar, reflexionar, enojar o como han expresado algunos lectores, que se han sentido erotizados en distintos puntos del relato.

Sin lugar a dudas, Carla tiene una prosa, una poesía y una prosa poética que entretiene y atrapa, un talento innegable.

(¡Alerta! Para quienes no leyeron la novela la siguiente pregunta y respuesta tiene spoilers)

-¿Creés que el vínculo entre protagonistas funciona por la tensión sexual y las fantasías entre ellos?

Claro que sí. De haberse concretado no habría novela. Lo que sostiene la voz narrativa es la intriga. La novela contrapone la realidad y la fantasía todo el tiempo, considerando a la fantasía como algo que nunca toca lo real. A través de la voz narrativa de Marta intenté mantener la tensión, la intriga, ese deseo que no se concreta. Es parte del truco para seguir leyendo: es posible pero no es real, de no ser posible tampoco sería real, ni imposible que uno ya abandona la lectura porque sabe que no va a suceder. Cuando finalmente se tocan la realidad y la fantasía es cuando termina la novela, si hubiese sucedido antes no habría novela ni intriga.

-En el libro el apellido de Marta nunca se revela, no sabemos el nombre de “unabandafamosa” (a la que pertenece Nicolas Cage), lo mismo con “elhijodeldueñodelarollingstone”. Sin embargo, Nicolas Cage sí tiene nombre y apellido, identidad completa. ¿A qué se debe?

El apellido de Marta no importa porque lo realmente importa es Nicolas Cage. La novela está escrita en primera persona entonces, en definitiva, las decisiones de los nombres de los personajes son decisiones de Marta. Marta juega todo el tiempo con el lector con la veracidad de la historia, desde el principio, desde ‘el aviso legal’. Los nombres de los otros personajes secundarios ‘my roomate’, ‘mi amiga’, ‘elhijodeldueñodelarollingstone’, siguen el criterio de que para Marta esos son intercambiables. Es una amiga pero podría ser otra. Son personajes que están muy en la periferia porque tal cual como dice ella, lo único que le importa es Nicolas Cage.

-¿Qué pensamientos y sensaciones tenías antes de la publicación?

-Mi gran miedo era que no se entendiera la novela, que se hicieran lecturas superficiales del libro. Al ser actriz y el personaje principal ser actriz, temía que salieran notas del estilo: “Carla quevedo habla en su novela de su intento de suicidio”. Y ese tipo de análisis le quitaría el mérito del trabajo que hice. Trabajé mucho en la novela y eso es, una novela. Me daba miedo que pensaran que todo eso me hubiera pasado a mí y ser juzgada por eso: ́’la actriz está loca’. Pero por suerte se fue diluyendo porque la recepción fue muy cálida, muy cercana. La gente llegando al libro porque un amigx se sintió representado en Marta y es lo más lindo que puede pasar. Por lo menos es lo que busco yo al leer un libro, sentir que hay una parte mía que se representa en un otro, eso me hace sentirme menos sola.

-¿Qué libros, autores recomendas?

-Para quienes ya leyeron “Cómo me enamoré de Nicolas Cage“,  recomiendo el libro que estoy leyendo y disfrutando mucho, que ya mencioné “Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York”, una novela de Gail Parent. También “Despojos” y “Outline” de Rachel Cusk, una novela y una novela de no ficción. Por último, “Días Temibles”, que es un libro de cuentos de A.M Homes, que explora la ironía de la sociedad a través de personajes oscuros.

Carla y los talleres de escritura

“Los talleres de escritura sirven además de todo, para conectarse con gente que tiene el mismo interés que uno. Si bien la escritura es un acto súper solitario, hay algo en los talleres que uno comparte lo que lee y no solo recibe devoluciones del profesor o profesora sino de los compañeros. Eso te hace detectar tus vicios, las cositas que uno repite. No solo vas a aprender sobre tus textos sino sobre los de los demás. Tomé muchos talleres de poesía, por ejemplo con Fabian Casas. Hice clínica (de escritura) el año pasado con Flor Monfort. Asistí a talleres de Gabriela Vegerman, ahora estoy yendo a uno de Noe Vera y Flor Monfort. Ahora también estoy participando de un taller con Santiago Llach y Betina González de tragedia griega y un intensivo de ritmo y narración. Además, asistí a diferentes talleres cuando viví en Estados Unidos”. 

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