10 mayo, 2024
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Cultura

Reyes: “Los chicos y los adolescentes son los lectores más sinceros, no la caretean”

Reyes fue convocada para cerrar el encuentro que reúne a más de 2.000 docentes, bibliotecarios y mediadores de lectura con la conferencia “Ganar las aulas”

A cargo de la conferencia de clausura del 27º Foro Internacional por el Fomento del Libro que este viernes concluirá en Resistencia y luego de la visita a una cárcel de mujeres donde leyó partes del suceso literario “Cometierra”, la escritora Dolores Reyes reivindica su profesión de maestra y advierte dos fenómenos que identifica en las escuelas: la censura infundada de algunos textos y la circulación dentro de las aulas de relatos “lavados y masticados” a los que define como “el peor enemigo de la literatura”.

Hoy está en Chaco, pero en poquitos días viajará a México, después a Estados Unidos y así. Desde que publicó “Cometierra”, su primera novela, la llaman de todos lados. Ese libro, que salió en 2019 por la editorial Sigilo, fue y sigue siendo un fenómeno con 10 reediciones y traducciones. Un fenómeno que también trae los sinsabores del absurdo, como hace poco, cuando en una escuela neuquina se armó revuelo porque un grupo quiso censurar su lectura en el aula por considerarla “material pornográfico”. Desde que esa novela vio la luz, Reyes visitó numerosas secundarias del país y se sorprendió con las lecturas y sensibilidades de las chicas y chicos, sus lectores más “lícitos”.

Además de escritora que transita ferias, eventos y gana premios, Reyes es docente de una escuela de Pablo Podestá, en el conurbano bonaerense. Estudió Letras Clásicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), trabajó toda su vida en una escuela y reivindica esa “experiencia vital”, como la llama: “Yo no tengo una gran formación, una gran lista de publicaciones, no tengo maestrías ni doctorados internacionales, tengo hijos y, por más de que me hayan ofrecido, nunca pude aceptar becas para ir a estudiar afuera. Yo soy maestra”.

Reyes fue convocada para cerrar el encuentro que reúne a más de 2.000 docentes, bibliotecarios y mediadores de lectura con la conferencia “Ganar las aulas”, donde pone sobre la mesa su experiencia como maestra y autora de un libro que arrasó entre las y los más jóvenes. En este viaje, visitó por primera vez una cárcel femenina: “Me encontré con mujeres que toda su vida tuvieron los derechos vulnerados, chicas de 25, 30 años, que recién ahora están aprendiendo a leer. Difícil, si ni siquiera pueden leer de qué se la acusa por sí mismas”. Leyó en voz alta tres capítulos de “Cometierra” y en ese rato no voló una mosca. Tampoco cuando, frente a cientos de personas, compartió un capítulo de su próxima novela, “Miseria”, una continuidad de su ópera prima que verá la luz en abril próximo.

Adems de escritora que transita ferias eventos y gana premios Reyes es docente de una escuela de Pablo Podest en el conurbano bonaerense
Además de escritora que transita ferias, eventos y gana premios, Reyes es docente de una escuela de Pablo Podestá, en el conurbano bonaerense.

– ¿Se escribe con presión después de un fenómeno como “Cometierra”?
– Todo con “Cometierra” fue un desafío. Yo iba a un taller, estaba escribiendo un cuento y terminó así. Acompañar la novela fue otro desafío. Y ahora tengo éste que es ver qué pasa después de una novela que tuvo un recorrido inesperado y enorme, pero hay una ventaja porque yo escribí “Cometierra” pensando que la iban a leer mis amigos y mis compañeros de taller y ahora sé que hay un montón de gente esperando. Pero también no me quería apurar, quería que tuviese el mismo trabajo, no me quería repetir y que sea un desafío literario de escritura para mí. En ese sentido, estoy contenta.

– ¿Cómo maridás tu trabajo docente con estas giras como escritora?
– Soy maestra desde los 19 años y soltar la escuela me cuesta un montón. Pero este año por primera vez me tomé licencia sin goce de sueldo porque ya era imposible. No tenía cómo justificar las invitaciones así que decidí tomarme el año sin sueldo para estar acá y en todos estos lugares. Trabajé mucho en Fuerte Apache y hace poco estuve en una escuela. Volver a un bachillerato me encantó. Me gustaría hacer algo más que una visita, como una intervención. Hoy me resulta imposible ir todos los días, pero me gustaría quedarme con estas experiencias, con una continuidad más espaciada y flexible, llevar a cabo una experiencia voluntaria.

– ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo docente?
– Yo no tengo una gran formación ni una gran lista de publicaciones, no tengo maestrías ni doctorados internacionales, tengo hijos y por más de que me hayan ofrecido nunca pude aceptar becas para ir a estudiar afuera. Yo soy maestra. Pero cuando me piden mi biografía para estos encuentros siempre dudo qué poner y pongo maestra. ¿Qué prejuicio no? Porque me pongo a pensar en Libertad Demitrópulos, en Alfonsina Storni, en Hebe Uhart y cuántas grandes escritoras bestiales tenemos que eran maestras. Esa experiencia vital la encuentro en el ida y vuelta en la escuela, en la escucha, mis personajes adolescentes o los que están terminando la infancia no se desactualizan, incluso mis hijos me dicen ¿cómo vas a escribir si dejás la escuela? Por otro lado, Argentina tiene infinidad de librerías, lectores, editoriales independientes y no puedo dejar de vincular una cosa con la otra: si no tuviéramos un sistema educativo que hace muchísimo hincapié en la formación de lectores con una trayectoria pública tan importante, eso sería impensable.

– ¿Cómo se ganan las aulas?, entonces, el título de tu conferencia de cierre.
– Empiezo laburando sobre la censura que hubo sobre ciertos textos en las escuelas y un fenómeno que viví muchísimo dentro de las aulas: esos manuales que llegan, no por plan sino por editoriales escolares, hechos para no ofender absolutamente a nadie y son una cosa masticada, lavada, baja línea. Si a una experiencia como la lectura le sacás la violencia social, los crímenes, las intrigas, las relaciones sexoafectivas, todo para que nadie se incomode o se ofenda ¿qué es lo que queda? Los chicos y los adolescentes son los lectores más sinceros que hay, no te la caretean, te dicen si es un bodrio o no. Esos textos construidos como si la literatura no importara son cuentos para que dejen de hacer bullying, para que se cepillen los dientes… después tienen acceso a todo tipo de relatos audiovisuales, videos, series donde se les ofrece todo sin mediación. ¿Cómo les va a resultar atractivo un texto así?

– ¿Cómo se desarma eso?
– Hay que trabajar, por un lado, el miedo y el enojo. Enojarse con los padres tratando de cancelar un libro no tiene sentido, en general esos mismos padres vienen a cancelar algo que no leyeron, les dijeron que hay una escena sexual, punto. Y generalmente no vienen en primaria, se enojan con textos de pibes de 16, 17, 18 años. Eso me da gracia, porque esos pibes son sujetos políticos, votan. En cambio, no le molesta tanto que miren series con hipersexualización o contenidos muy trash. Volvemos a esta idea de que la literatura no se valora en sí, sino que hay una concepción moralista en un libro. Eso hay que desarmarlo, invitando a los adultos a ver las lecturas que hacen las chicas y chicos. Son elaboradas, argumentadas y eso va contra el imaginario de los padres quejándose. Muchas veces se le reclama a la escuela que no forma lectores o no hay comprensión, pero cuando la escuela avanza en el abordaje de textos, bueno, esto no, esto es mucho. Hay también fijada una representación del escritor modélico: hombres ligados al poder, blancos, perfectos. El escritor de bronce. Lo que le atrae a los pibes a la hora de formarse como lectores es todo lo contrario. Esas narrativas que quizá laburan con su lenguaje, donde puedan reconocer problemáticas y espacios propios. Y también la contracara: la posibilidad que tiene la literatura de una libertad absoluta a la hora de plantear ficciones, distopias. Si le vas a dar todo eso masticado y digerido para que no incomode, está condenado al fracaso.

– “Cometierra” es una novela protagonizada por jóvenes, inmersa en una trama social de violencia machista, de pobreza también.
– Siento que los jóvenes son los lectores más lícitos, porque elijo escribir una historia desde la perspectiva de una chica que es hija de un feminicidio y sus derechos ya están muy vulnerados, vive en una casa precaria, en una relación con la escuela súper precaria, en un lugar precarizado desde todos los aspectos. Y en eso también se reconocen muchísimo.

– Escribís desde la realidad del conurbano sin moralina, sin estigmatizar.
– Bueno, vuelvo a este ejemplo de cómo te dejaba afuera esa figura del escritor perfecto de bronce inalcanzable que por ahí escribía desde París, era colombiano pero escribía de Madrid, y vos estás en Lanús haciendo tu vida como podés, jamás vas a tener un ida y vuelta con ese escritor. Me escriben un montón de adolescentes y me encanta, me mandan videos, reels, representaciones. Por eso, en vez de enojarnos, hay que fundamentar, seguir el laburo del texto, y después ver la lectura que hacen los pibes. Siempre te sorprendés.

– ¿Cómo estás pensando “Miseria”, tu próxima novela protagonizada por uno personaje de “Cometierra”?
– Siempre tuve ganas de incluir otras voces, me pasa con otros personajes. Miseria es una chica que sólo tiene a su mamá y, a la vez, ya está girando porque es así su experiencia de vida. En el conurbano, a los 14, 15, 16 años hay un montón de pibes que se van de su casa, ni siquiera por un conflicto sino porque la vida es esa, armar su vida. Miseria es muy distinta a Cometierra, es más fresca, charlatana, siempre está buscándole la vuelta. Está muy inspirada en alumnas mías, es lo que veo muchas veces en víctimas de feminicidios, en esas pibas veo la potencia del futuro cortada por la violencia.

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