18 mayo, 2024
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Sergio Aisenstein: últimas reflexiones de un “hombre arte” argentino

Sergio, en la vorágine de una de sus performances. Murió el 21 de noviembre pasado. Tenía 64 años. Foto: Gentileza Guillermo Recalde.

Sergio Aisenstein encarnaba la figura del renacentista contemporáneo: fue músico, actor, viajero, escritor, creador y recreador de universos. Fue testigo, embajador y protagonista de movimientos finiseculares que vistieron las postrimerías del siglo XX (el punk, el situacionismo, el teatro de vanguardia, la improvisación) que él mismo trajo a estas criollas costas.

Junto con Omar Chabán (Cemento), Sergio de Loof (El Morocco, Ave Porco) y Omar Viola (Parakultural), Sergio perteneció, además, a esa raza de aventureros que pergeñó ambientes, mundos, usinas de inspiración variopinta donde la sociedad porteña comenzaría a respirar los flamantes aires post dictatoriales entre los años ochenta y primeros noventa.

Hollywood nunca aprender en vivo la banda que form Sergio y bautiz inspirado en William Burroughs Foto Gentileza Guillermo Recalde
Hollywood nunca aprenderá, en vivo; la banda que formó Sergio y bautizó inspirado en William Burroughs. Foto: Gentileza Guillermo Recalde.

Pero aún antes de aquello, Aisenstein había hecho cabeza de playa en la Avenida Córdoba al 2547: donde fundó el mítico Café Einstein, casa pionera total, anticipo de mucho de lo que vendría en la posterior “primavera alfonsinista”. Ese fue su primer paso en la noche porteña.

De bar en bar

En esa movida fundacional de “El Einstein” -en 1982, durante la plena vigencia de la dictadura- lo acompañaron Omar Chabán y Helmut Ziegger: “Un árabe un alemán y un judío captarían el desconcierto necesario para eludir la represión imperante de los militares” sintetiza el propio Sergio en su libro “Freakenstein” con proverbial ironía.

No tardaron en llegar al Einstein los “adelantados”: bandas como Sumo, Soda Stereo, Los Encargados, Alphonso’s Entrega, Sueter. Pero también artistas plásticos: Guillermo Kuitka, Vivi Tellas, Arturo Carreras. Estaban, a su vez, las performances teatrales, con Katja Aleman, Geniol, y compañía.

Una de aquellas inagotables fiestas herederas de los happenings de los aos sesenta Foto Gentileza Guillermo Recalde
Una de aquellas inagotables fiestas, herederas de los happenings de los años sesenta. Foto: Gentileza Guillermo Recalde.

El lugar era un imán para cierto tipo de almas: el propio Federico Manuel Peralta Ramos hizo lo suyo allí. No era casual: algo del sesentismo y el Di Tella bullía entre esas paredes, vibrantes tras siete años de plomo.

El Einstein fue, literalmente, el primer hogar de Luca Prodan: allí paraba y se quedaba a dormir durante días el pelado.  Allí Charly García conoció a Los Twist, debutó la música tecno argentina, florecieron pequeñas nuevas tribus. En suma, como en todos los espacios donde estuviese la mano de Sergio, allí “había estrella”.

Aisenstein con su amigo Luca Prodan casi inquilino honorario de Caf Einstein
Aisenstein con su amigo Luca Prodan, casi inquilino honorario de Café Einstein.

Luego vendría Nave Jungla (la archiconocida como “de los enanos patovicas”, en Nicaragua y Scalabrini Ortiz), el templo donde Aisenstein consolidaría su identidad creativa. Entre lanzallamas, música de vanguardia, presencias inesperadas y una tendencia siempre vertiginosa fluyeron, paradigmáticos, esos años noventa gozosos de exceso.

Tiempo después, una proverbial energía curiosa llevó a Aisenstein a escribir, guionar y producir televisión en señales como TN, Canal A y Canal Sólo Tango, donde creó, por ejemplo, el programa “La Menesunda”. Brilló también su apuesta por “El hombre que baila”, un  largometraje documental que escribió y dirigió en 2011 sobre la vida del tanguero Héctor Mayoral. 

Su libro “Freakenstein” va aún mucho más allá –quizás debiéramos decir “más atrás”-  y permite entender y aprehender mejor la naturaleza de su espíritu desde las ríces: su infancia, el jazz, el I Ching, su huida a Europa, el LSD, su contacto con el movimiento punk, la heroína, el peligro y la electricidad física de avanzar casi siempre a la intemperie.

El multiartista en una inusual y tierna imagen alzando a su hija Sol rodeado de amigos muy cercanos Foto Gentileza Guillermo Recalde
El multiartista en una inusual y tierna imagen,. alzando a su hija Sol, rodeado de amigos muy cercanos. Foto: Gentileza Guillermo Recalde.

Desde aquellas travesías, Sergio se había construido a sí mismo, incluyendo escalofriantes episodios donde corrió riesgo su vida de maneras inimaginables. Sucesos que hablan, a la vez, de una nueva óptica que para él adquirió la existencia, al convertirla en algo embriagador, a la altura de lo que cualquier humano merecería.

Todo eso también haría de él un hombre nuevo, parido desde sí, hambriento de futuro. Resulta, pues, paradójico, que tamaña avidez se topara tempranamente con un obstáculo inmerecido: la enfermedad. Cuando ella se le topó, Aisenstein apenas había dado algo de esa inmensidad que agitaba su espíritu inquieto.

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Sergio Aisenstein un renacentista que se construy a s mismo
Sergio Aisenstein: un renacentista que se construyó a sí mismo.

Mucho de aquel condensado aprendizaje encontraría cauce en un texto final: poético, íntimo, críptico pero a la vez revelador, liberador. La voz de un artista; no necesariamente regida por la sintaxis de la razón pura, y por eso, más rica que cualquier ensayo.  Esas mismas palabras, tal como él las dejó escritas en su computadora, una semana antes de morir, son las que ven la luz aquí, por primera vez, en esta conmemoración.

El propio Sergio pidió expresamente que esas líneas fueran publicadas, y gracias al generoso gesto de sus amigos más cercanos –Guillermo, Lucio, Ana, Gastón, Lili, Emilio– y sus hijos –Máximo y Sol– así lo hacemos, acompañando esta semblanza (ver recuadro). 

Telam SE

El libro de la buena memoria

“¿Cómo entregar esta historia, que es la historia de mi vida? Sé que dentro de ella lo más buscado son los logros que me hicieron conocido dentro de la cultura underground. Me resultaba imposible relatar estos hitos (“Café Einstein”, “Nave Jungla”, “Expreso Imaginario”, “El Tren Fantasma”) sin comenzar desde donde se generó esa búsqueda y la locura que hay tras ella” dice Sergio Aisenstein en la introducción a “Freakenstein: Un vida de novela”, otro de sus legados, publicado en 2016 por Planeta.

El volumen no tiene desperdicio, y, tal como anticipa, su voz remonta, vertiginosa, el camino que lo llevó a sorprender en la radio (“El Tren Fantasma”), en la gráfica (“Expreso Imaginario”), en la música (con su propia y mítica banda “Hollywood nunca aprenderá”) tanto como lo había hecho con sus espacios mágicos y su vida. Aquellos maravillosos textos éditos, en definitiva, como se ha dicho, ameritarían sin duda la reflexión final que motiva este recuerdo. 

“Cómo encontré la iluminación gracias al cáncer”

Por Sergio Aisenstein

Un hombre debe aceptar lo que le toca, aunque sea terrible esa es la condición, esa es finalmente es la vida ¿iiene otra opción? No.  Esa es su única posibilidad: su refugio.

Si se deja caer en el desamparo, el desamparo es la inexistencia. pasa a ser algo. como una corona sin espinas. Cuando el antes debe borrarse ¿qué hacer?

Preguntas, muchas sin respuestas, cruzan un cerebro distraído en nada.

¿Absurdo? No: hiperreal. Un automatismo ciego. Sin refugio. Sin tiempo. Sin conclusiones.

En las fuerzas de un cielo impune y revoltoso, ningún trastorno. Todo claro y sinuoso. Con el color Indefinido color de pájaros ciegos que nada ven y sólo palpan imperfecciones, o cosas perfectibles.

¿Y los sentidos? Relajados, esperando extraños amaneceres de cera liquida.

¿Soy yo? La extravagante pregunta sin respuesta.

Finalmente ¿todo regresa a su lugar? Creo que sí. Es el origen primigenio.

El poder existe, ese poder inviolable… inocultable. Todos estamos en él.

Innegablemente escondidos en sus pliegues asombrosos. Quiero contar la verdad, pero se oculta una y otra vez como si fuera un pequeño animal. Palabras que alardean saberes incorrectos. Irreconocibles en la distancia. Un tiempo laxo, indefinido, oculto.

Arrogancias pretéritas, bromas de la tierra ¿Podré escribirlo? ¿Dejar algo de todo este viaje que me trasciende ampliamente? Las ruinas son antiguos templos. Edificaciones, construcciones que podemos tomar y, de ahora en más, sólo las fuerzas. Sólo eso.
¿Se le puede robar el alma a un hombre? Las teorías se desvanecen, ruedan desde precipicios inmensos. Te quedás solo, contemplando el castillo de la vida. Cuando casi nada podés compartir. Aparece lo siniestro. El bosque desencantado del porvenir.

Terrible. Sombrío.

La furia tremenda de lo que vendrá, como cartas de salón, encerrado en sí mismo.

La furia, la bronca, el insulto a lo que pasa o pasará son descargas necesarias para continuar. En el camino incierto, crepuscular indefinido. Apocalíptico. Poco a poco, arrastrándome sin lograr el cometido. Es así. Expresando furia, me tocó. A mí, sí.

Con la carga de todo lo no aprendido. Furia continua. para poder tomarlo de una manera diferente. Avanzar. Conocer. ¿Qué hacer?  Rugir. Gemir como un niño, pero en silencio.

Paradojas. Otra cosa no puedo decir. Absolutamente nada, me siento atacado. Por fuerzas, que no puedo controlar, es la verdad ¿cómo puede pasar algo de esta magnitud? El imán de la cama que te absorbe y te saca el escaso oxígeno. Sin poder combatirlo. Y esa idea que no salva nada pero se instaló con un poder maléfico ¿Cómo acomodar las cosas para que funcionen sin la bestialidad del fin?

¿Será que la única manera de saltar este momento es irme? Mi cabeza lo procesa de esa manera. Manera infame.
No comprendo. Y sigo sin comprender. Irritación continua, romper todo es poco, absolutamente poco para que desaparezca el universo. Es así, de a poco no puedo sacar conclusiones, ninguna. ¿Quién de mis amigos sabe? Ninguno, sólo Lili, y quizás una parte, una pequeña parte. Y es escandaloso. Sostener todo lo que pienso es sumamente difícil, pero queda aquí, en estas letras impresas de sangre coagulada.

No es moco de pavo, es algo serio. Serio como una realidad terrible. Trascender. De un modo más agresivo.

Te ahorrás los cuarenta y cinco días. Frases y frases que rebotan, los litros de agua, las pastillas.  Cuántas cosas. La no garantía, los ejemplos, consejos. Y vos, solo, frente al poder superior: esa es la única verdad, de todo. Yo expuesto, yo desnudo y mis amores. Increíble, increíble. Si desaparecés, desaparece todo.

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