28 marzo, 2024
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Transfeminismo y pensamiento, en un libro que invita a habitar las tensiones del presente

Ana Longoni: “¿cómo evitar riesgos como la deshistorización que desactivan cualquier potencia crítica o cosifican materiales que no son ´obras de arte´ sino herramientas de agitación?” (Foto Prensa)

El transfeminismo convoca al conocimiento y práctica intelectual, activista y artística desde el libro “Incitaciones feministas”, compilado por Ileana Diéguez y Ana Longoni, quienes enhebran artículos variados que van desde la performance de las chilenas Las Tesis a las anotaciones de la antropóloga Rita Segato sobre sus ideas hechas virales, textos surgidos como propuesta fértil desde la atípica cátedra de “Pensamiento situado” que tiene como reflejo la actual muestra “Giro gráfico” en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Editado por la cordobesa ediciones DocumentA/Escénicas como primer material de su colección Pensamiento Situado, esta textualidad performática convertida en libro se enfoca en cómo los feminismos y la diversidad atraviesan las sociedades latinoamericanas. El punto de partida es la reflexión originada desde la itinerante Cátedra Pensamiento Situado, dirigida por la investigadora Ileana Diéguez (UAM-Cuajimalpa, México) con participación de Ana Longoni (Conicet, UBA), espacio que comparte un lugar en el Museo Reino Sofía, y que tendrá su próximo encuentro en julio, desde Santiago de Chile.

¿Por qué hablar de transfeminismos? “Entendemos que hablar de transfeminismos o, mejor, desde los transfeminismos es tomar posición explícita en un campo de tensiones que han recrudecido en los últimos tiempos al interior del movimiento feminista, produciendo fracturas o resquebrajamientos que amenazan con una suerte de cisma. Esto no significa asumir una posición monolítica, ya que entendemos el transfeminismo como ´un enmarañado territorio de preguntas y tensiones´, como señala Fernanda Carvajal en su bello ensayo incluido en el libro”, explica Longoni a Télam.

“Nos interesa situarnos claramente entre quienes tejemos hermandades y alianzas antidisidencias patriarcales con las sexuales, con las trabajadoras sexuales, con las migrantas, y con tantas otras, no solo por sororidad sino por convencimiento de que somos partícipes de las mismas luchas”, señala la investigadora.

“En el primer encuentro de Pensamiento Situado en México en 2019 -que dio origen a este libro junto a aportes más recientes como el manifiesto de la activista boliviana María Galindo o la performance del colectivo chileno Las Tesis analizada por Rita Segato- se hicieron escuchar voces y énfasis diversos, que resulta significativo poner en diálogo sin aplanar sus fricciones o disonancias”, indica la investigadora del Conicet y parte de la Red Conceptualistas del Sur.

Ana Longoni investigadora Foto Prensa
Ana Longoni, investigadora (Foto Prensa)

El libro reúne autorías individuales y colectivas, registros de escritura múltiples: desde manifiestos de combate a poemas y cartas, consignas y canciones, crónicas y ensayos críticos, imágenes de performances, acciones gráficas y objetos. “Esos tonos suponen también moverse en el libro en un movimiento de vaivén, ya que el mismo artefacto elude cualquier posible lectura lineal y solitaria”, acota Longoni.

Diseñado en tres secciones, la obra sintetiza en sus núcleos temáticos los desafíos y problemáticas de los transfeminismos, y entre sus textos incluye por ejemplo el registro de Guillermina Mongan sobre la artista Mariela Scafatti, ambas presentes en la exposición “Giro gráfico”, que tiene lugar por estos días en el museo madrileño.

Cada título responde a consignas emblemáticas del movimiento transfeminista, explica Longoni, comenzando con “Voz a los movimientos del deseo” que “retoma una cita de la psicoanalista y pensadora brasileña Suely Rolnik convertida en bandera por el colectivo argentino Serigrafistas Queer en 2009”. En otro eje aparece la consigna histórica de visibilización de los colectivos LGTBIQ+, “Existimos y resistimos”, que propone “un cruce de diversas escrituras y visualidades trans, que se enuncian en medio del dolor y la furia, en peligro”.

Otro de los núcleos es “Organizar la rabia”, con “experiencias de autoorganización colectiva para la visibilización de la creciente violencia patriarcal y los feminicidios, poniendo en común herramientas gráficas y performáticas ideadas en México, Chile, Argentina y otras partes, que dan cuenta de que las calles gritan de muchos modos”, en un articulado de “muchos posibles puentes o conexiones”.

Pero, ¿es factible escapar de la lógica de la academia para encontrar otras formas de juego de relación? “La única manera de plantear hoy ejercicios de pensamiento situado es desde una academia crítica o desde una crítica a la academia tradicional y colonial. Practicar pensamiento situado en Latinoamérica implica realizar una práctica decolonial como acto de ´cimarronaje intelectual´, como ha propuesto Ochy Curiel. Implica desmontar muchas metodologías, modelos teóricos legitimados como discurso de poder sin el suficiente reconocimiento a los saberes generados desde estas regiones donde vivimos, producimos y pensamos. Y claro que esto es posible y debemos hacerlo, sostenerlo desde nuestras maneras de estar en la academia”, indica por su parte Diéguez.

“De alguna manera es una especie de activismo académico. Es posible desmontar las lógicas hegemónicas que se han legitimado -no sólo impuesto- que se han aceptado en las llamadas academias. Lo han hecho las feministas afroamericanas, lo están haciendo muchas feministas que desde Latinoamérica trabajan en las universidades o fuera de ellas. Lo hacen las activistas y artistas que saben que hay que atravesar los muros para intentar otras formas de relaciones. El diálogo entre los saberes situados producidos extramuros y los conocimientos legitimados intramuros es una necesidad para oxigenar y problematizar la llamada academia”, reflexiona la investigadora.

Producto de una cátedra “nómade” universitaria, el libro articula cruces desde un “pensamiento situado” que desmonta esa mirada pretendidamente objetiva que postula la ciencia.

“La idea de un ´conocimiento situado´ fue planteada por Donna Haraway como desprendimiento de la teoría feminista del punto de vista. Haraway desarrolló una metaforología científica para desmontar la pretendida objetividad científica, profundamente masculinizada, oponiendo a ella una `objetividad encarnada` como diferencia situada. Esto ya implicaba una etimología no sólo situada, sino posicionada, implicada. En Latinoamérica esta perspectiva se problematizó y complejizó al reconocer la producción teórica afectada, atravesada por la experiencia y la situación contextual, como lo hizo Nelly Richard”, explica Diéguez.

Ileana Dieguez Foto Prensa
Ileana Dieguez (Foto Prensa)

Y agrega: “Pensar situadamente implica tensionar las hegemonías academicistas y reconocer el modo en que se organizan otros saberes a la luz de las luchas sociales. Inevitablemente pensamos y accionamos desde nuestros espacios de enunciación, afectadamente. Para el espacio que hemos imaginado como una cátedra nómade es fundamental esta perspectiva”.

El término feminismo acuña complejidades al ser tomada por el mercado que utiliza sus consignas para vender cosméticos y libros, entre otros productos y afianza un nicho de consumo, o bien desde organizaciones políticas internacionales como ONU Mujeres y su agenda que habla de los derechos de las mujeres desde arriba. Contradicciones que activa María Galindo en su ensayo “La jaula invisible”: si los feminismos proponen transformaciones pensadas dentro de la dinámica capitalista aceptando la dificultad del cambio de paradigma, entonces, qué tan viable es aprovechar estas lógicas de mercado para amplificar reivindicaciones e impedir su conversión un objeto desechable.

“El feminismo no puede implicar una dinámica pasiva porque simplemente sería una retórica, y el feminismo es una práctica. Sin embargo, el uso de la palabra muchas veces como ejercicio de corrección política, ha neutralizado el término. Galindo ha dicho que dan ganas de inventarse una palabra que no provenga de la instrucción académica (ni de lecturas de Simone de Beauvoir o Judtih Buttler) sino de la intuición, y desde ese malestar ha inventado la idea de un ´feminismo intuitivo´ no alineado a ninguna ideología, a ningún discurso o partido, sino como un acto de desobediencia ante el disciplinamiento patriarcal”, analiza Diéguez.

“Es fundamental estar atentas a las distintas configuraciones de lo patriarcal, a las distintas maneras de opresión y explotación. No es sólo contra el capitalismo y el neoliberalismo que debemos posicionarnos para defender la vida. También el socialismo ha creado formas patriarcales desde las que se controla, se dosifica y se decide la vida de las mujeres. Los fetiches y las arengas se crean desde las mercancías capitalistas, pero también desde las mitificaciones de las ideologías socialistas. Creemos en el feminismo como una horadación contra todas las lógicas de mercado, contra todas las formas de poder y de alineación ideológica”, concluye Diéguez.

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