2 mayo, 2024
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Federico Klemm: el regreso del “Encantador De La Noche”

Foto: Julián Àlvarez.

Amante de la ópera y de la noche porteña, artista, coleccionista, mecenas e impulsor de jóvenes artistas argentinos y gran divulgador del arte, la figura del polifacético Federico Klemm es conmemorada por la Fundación que lleva su nombre con una programación especial dedicada a su obra, a 80 años de su nacimiento y 20 de su muerte, que acaba de abrir con el primer episodio “Telecristales y homoerotismo” y una renovada concepción curatorial de su colección.

Un fucsia rutilante impregna la sala que presenta el primer capítulo de los tres programados para el año que recorren el aniversario de su cumpleaños 80 el 25 de marzo y conmemoran el de su fallecimiento un 27 de noviembre. Las paredes y los pisos alfombrados permiten sumergirse en los reflejos del color que impacta y delinea las foto-pinturas collage características de la obra de Klemm y sus temas tan cercanos al legado mitológico occidental además de su colección de ópalos.

Inaugurada el 31 de marzo, esta primera exposición, que se puede visitar hasta junio y forma parte de la programación especial llamada “Encantador De La Noche. Federico Klemm 1942-2002”, se centra en la obra del artista y performer, explora su proceso creativo en la Sala Bonino para exhibiciones temporarias de la Fundación, y tiene como curadores a Federica Baeza, Guadalupe Chirotarrab y Santiago Villanueva.

Foto Julin lvarez
Foto: Julián Àlvarez.

El espacio para la colección permanente -con obras de artistas como Andy Warhol, Robert Mapplethorpe, John De Andrea, un plato cerámico de Picasso, Giorgio de De Chirico, Magritte, Roy Lichtenstein, Jeff Koons, Marta Minujín, el traje de pitón utilizado por el bailarín Rudolf Nureyev, Lucio Fontana, Marc Chagall, Yves Klein, Rómulo Macció, entre otros- continúa el trabajo curatorial previo de Chirotarrab y Baeza en 2018, e incorpora ahora retratos realizados a Klemm como el de Mildred Burton, Silvina Benguria, y obra de Oscar Bony.

Obras con nombres tan sugestivos como “Metamorfosis de Santa Clara de Asís” (1997), “Resurrección”, “Sansón y Dalila”, “Narciso y Afrodita” o la “Hoguera” -con su rostro retratado- o “El dolor de Príapo” (con un joven efebo recostado y figuras femeninas adorando un falo en segundo plano), instalaciones como “Los fantasmas del Agón” (1996) o la obra “Cristalografía sangrante” y un espacio de archivo con recortes fotográficos de modelos jóvenes, principalmente masculinos, que el artista realizaba.

El primer episodio remite a la muestra de Klemm en los 90, “Telecristales”. Los cristales son “un motivo recurrente en su obra”, como “fondos de escenografía donde transcurren distintas escenas mitológicas, una idea de la belleza, del brillo”, explica Baeza a Télam.

“Esa belleza y brillo están muy presentes, como cierta belleza crepuscular y eso aparecía en consonancia con los cuerpos, los cuerpos deseados, en los que buscaba cierta idea de belleza muy presente en su universo personal (sus parejas, sus modelos). Esta primera muestra explora su proceso de trabajo, las figuras recortadas, los modos de pensar, el registro de sus amantes, sus fiestas, sus performances, de distintas obras y bocetos que no se habían expuesto, hasta sus obras más complejas, panorámicas”, refiere.

Foto Julin lvarez
Foto: Julián Àlvarez.

En el primer episodio se incluyen “obras de Federico a lo largo de todo el guion de la colección, y el programa trata de dar a ver ese patrimonio cultural queer porteño del que Klemm era el epicentro”, define. Y agrega “buscar ese modo en que él construyó una máscara, un personaje público, una forma de aparecer también en la televisión en un momento en que la televisión había vuelto a valores familiares muy de la mano de la lógica cultural menemista (heteronormativa), y en el centro de esa escena, con sus complejidades y ambigüedades ideológicas, de Klemm daba a ver otros modos de vida que aparecían en los espacios domésticos de las personas”.

Por su parte, Villanueva indica: “Klemm desarrolló el núcleo fuerte de su producción en los 90 y esos fueron los mismos años en que se volvió un personaje mediático con el Banquete telemático -del que quedan 232 programas que pronto estarán disponibles en la web de la Fundación-, con la galería y luego la Fundación. Mucho de la lectura que se hizo de las imágenes que produjo esos años estaba vinculada a su figura, al personaje”.

“En los años 60 y 70 estuvo vinculado periféricamente al Di Tella, hizo performance como “Sólida carne”, óperas. En el momento de juventud se comprometió con el proyecto de la Neovanguardias en la idea de reunir arte y vida, y durante los 80 siguió trabajando, pero a principios de los 90 funda la Galería (1992) y la Fundación (1995). La muerte del padre y finalmente hacerse cargo de la fortuna familiar le disparó en los últimos diez años de vida constituir la colección y gran parte de su cuerpo de obra”, explica Baeza.

La curadora reivindica la figura de Klemm y lo compara con figuras como la del pintor Santiago García Sáenz que tuvo una retrospectiva en la Fundación Fortabat en 2021-: “otro artista que pensó mucho la religiosidad, los relatos, las mitologías” y la muerte, y a Klemm -portador de VIH- se lo puede ver como “alguien que se estaba jugando sus últimos años de vida”, con la producción de su obra en los últimos 10 años.

Federico Klemm, autor de una obra que se sigue resignificando a 20 años de su muerte

Sobre el legado de Klemm y su figura, Valeria Fiterman, codirectora de la Fundación junto a Fernando Ezpeleta, refiere que “en lo artístico, su obra siempre fue combativa, puede gustarte o no. Ahora se le está dando una mirada diferente, mucho más interesante que la que se le daba en su momento”.

“Lo más importante de Federico es el legado. Murió hace 20 años y esta exposición sigue en pie (la de la colección) y va creciendo porque todos los años hacemos un premio y se incorporan dos obras nuevas -que lleva ya 25 años-. Es un legado maravilloso, de entrada libre y gratuita”.

“La gente decía que Klemm era un chiflado. ¿Qué chiflado te deja esto funcionando durante 50 años? Lo pensó muy bien”, afirma. Y agrega: “Él quería que la colección estuviera exhibida, que se hiciese el premio a su nombre y que siempre se ayudase a los artistas jóvenes argentinos y para él era muy importante -y lo sigue siendo para nosotros- los estudiantes: porque dónde pueden ver un Warhol o un Basquiat o un Jeff Koons. Nosotros trabajamos mucho para ese público”, afirma sobre el trabajo de la Fundación y su acervo que tiene como destino, y albacea administrativa de la Fundación, a la Academia Nacional de Bellas Artes y como flamante presidenta a Andrea Giunta.

Klemm (Reichemberg, Checoslovaquia, 1942 – Buenos Aires, 2002) reactualiza los mitos arquetípicos del mundo occidental y recupera los grandes relatos históricos a los que les da nueva encarnadura o corporeidad -como reseñan algunos de los textos sobre su obra- a través del cristal mediático de la sociedad del espectáculo tan característico de la década de 1990; una “década en la cuál desarrolló la mayor parte de su corpus de obra conocida”, como explica Federica Baeza, una de las curadoras.

Un imaginario o iconografía que reúne de algún modo la admiración por el cuerpo desnudo, el erotismo, el deseo y sus contradicciones, tal vez, la belleza y lo kitsch, e incorpora reminiscencias escenográficas de lo esotérico propio de la época, lo barroco con una cuota de puesta operística y la divulgación del arte para un público televidente no conocedor de artistas y movimientos. El programa “El banquete telemático” que retoma el texto “El banquete” de Platón fue el lugar desde el cual su figura adquirió relevancia pública desde 1994 -con colaboración del crítico Carlos Espartaco- más allá de su vida “performática” y “extravagante” como se la califica.

Hijo único, Klemm nació en plena Segunda Guerra Mundial en una Checoslovaquia ocupada por los nazis. En 1948, con la división del territorio que dejaba a su país natal del lado oriental de la “Cortina de hierro” bajo control soviético, su familia emigró a Buenos Aires.

Su madre fue su gran inspiradora para su despertar artístico e imaginativo. Autodidacta, tuvo gran facilidad para el dibujo desde niño y a los 14 años hizo estudios de obras de Toulouse Lautrec, Picasso, Van Gogh entre otros. En 1958 apareció su fascinación por la ópera después de ver “Sansón y Dalila”. Estudió canto lírico y arte dramático, y completó su aprendizaje pictórico con Mildred Burton.

“En el arte se puede resumir todo el caudal de amor”, decía en uno de sus programas, “a partir de la obra de arte se descubre el ser de las cosas y el propio ser, nos permite descubrir quienes somos”, decía en uno de los programas donde ejercitó sus intereses como servicio público a la comunidad.

En los años 1960 y con 18 años, se va cimentando un recorrido artístico y de exploración que aflora años después, ya maduro, como un pasaje “del proyecto intrascendente a una trascendencia”.

Llegará a decir que a los 20 y a los 30 años se tiene los “recursos físicos en contraposición con los mentales” lamentando que “la juventud” sea a destiempo “del desarrollo de la inteligencia y la potencia mental”, según refleja el fanzine que acompaña la muestra “Telecristales y Homoerotismo”, la primera de las tres que se desarrollarán durante el año en homenaje a Klemm.

“Nosotres (por el equipo curatorial) decimos que esos discursos religiosos y mitológicos a Klemm le permitían generar disfraces. En realidad, el Sansón y Dalila, San Francisco de Así o el San Sebastián eran todas excusas que permitían filtrar algo de su mundo estético y afectivo. Eran como decorados en los que se ponía en escena lo que no era tan fácil de decir y nombrar (en esa época). Hoy en día es mucho más sencillo gracias a figuras como él que fueron tan públicas y precursoras”, destaca Baeza.

Foto Julin lvarez
Foto: Julián Àlvarez.

En tanto Villanueva agrega que proponen “un giro diferente, usar la sala Bonino para mostrar su obra, ponerla en foco más allá de que su figura, programa, performances están muy presentes”.

Para Chirotarrab, “era casi necesario leer a Federico ahora”, volver a ver su obra “que no se exhibe de manera integral hace muchos años”, sobre la que desarrollaron varios enfoques desde “su trabajo, personaje y su forma de abordar el arte y formar parte de una cultura que hoy se puede leer desde otro lugar”, afirma.

A su vez destaca que en su momento “tenía 4 millones de televidentes, era como un youtuber”, entonces se lo podría comparar sin problemas con un influencer.

Por otro lado, la obra de Klemm es pensada desde las obras de su colección, “que dan pistas para pensar su obra, preferencias de artistas, técnicas”, explica Villanueva, mientras afirma que “esto es otro aporte nuevo que lo distancia del personaje mediático y poniendo foco en esas imágenes”, porque “hay algo de la distancia temporal de cómo lo pensamos que habilita esto. Generacionalmente hay un montón de chiques que se sienten muy afín a esa obra, que ven con otra distancia y hacen lecturas más complejas que las que se hicieron en su momento”, afirma.

Para Villaneuva, trabajar desde la curaduría permite juntar lo que fue irreconciliable en su momento: el Rojas con Klemm, lo que define como “una operación posible vinculada con el activismo gay y cierta estética queer”.

“Es parte de un trabajo más historiográfico, insertarlo o pensarlo junto a lo que no fue pensado. Esa genealogía es la que modifica y vuelve a Federico otro, no es el mismo de los 90, (esto) desprendido del anecdotario, porque más allá de quienes lo conocieron y tienen miles de anécdotas para contar, quienes curamos esta exhibición no tuvimos ningún contacto, sólo mediado por estás personas”, y eso se transforma en “un privilegio”, destaca Villanueva.

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Foto: Julián Àlvarez.

Precisamente, dentro del ciclo de homenaje se realiza entre abril y mayo en el espacio “Para vos Norma mía”, que gestiona Fernanda Laguna en Villa Crespo, se presenta “El Príncipe atrevido: Federico Klemm en Norma Mía”, con una selección de estudios y ejercicios de formación realizados por el mecenas en su juventud en la que aprendía a partir de copias de artistas.

Se trata de “una exposición sobre su formación, como gesto de salida hacia artistas más jóvenes que tienen un acercamiento a su obra, mostrando esta serie de obras que son copias de obras europeas con las que estudió y se formó. Esas obras están alejadas de su producción pero traen ciertas referencias”, explica Villanueva.

“Lo que venimos rescatando junto con esta curaduría y los textos de los últimos años es ponerlo en el rol multifacético de mecenas, coleccionista, gestor cultural, artista, performer, un poco en todo ese recorrido”, resume Cintia Mezza, a cargo de la gestión de la colección.

A su vez, la Fundación desarrolla la restauración y catalogación del acervo y en paralelo el Espacio de Aprendizaje -coordinado por Mezza- dedicado a los adolescentes que propone ampliar la mirada y comprensión de las obras de arte, por ejemplo, como apoyo a la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas, o colaboración con las escuelas secundarias intensificadas en artes de la Ciudad de Buenos Aires.

La Fundación, situada en una galería sobre Marcelo T. de Alvear 626, a metros de la calle Florida, puede visitarse de lunes a viernes de 11 a 19 con entrada libre y gratuita.

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