29 abril, 2024
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Jaume Plensa: «Esta es una guerra estúpida, un malentendido absoluto»

Cada rostro, dice Jaume Plensa, es un lugar. Y hay pocos lugares tan estrechamente ligados al arte como Céret, una preciosa localidad del sur de Francia, de gran tradición taurina, célebre por sus cerezas y por haber acogido a más artistas por metro cuadrado en el siglo XX que cualquier otra ciudad del mundo. En 1910 llega hasta allí Manolo Hugué. Un año después, siguen sus pasos Picasso y Braque, que experimentan con el cubismo. El malagueño volvería a pasar largas estancias en 1912 y 1913. Las calles y los paisajes de Céret (el puente del Diablo, la ermita de Saint-Ferréol, el convento de los Capuchinos, las puertas de Francia y de España, la iglesia de

 Saint-Pierre…) atrajeron como un imán a lo más granado de la época: Soutine, Masson, Gris, Dufy, Cocteau, Dubuffet, Chagall…. No es de extrañar, pues, que cuente con un museo creado por y para los artistas. Su colección está profundamente marcada por ese vínculo sentimental entre los creadores y la ciudad. El edificio fue convento carmelita en el siglo XVII, gendarmería y prisión en el XIX. Desde 1950 es un museo.

El artista español pasa ante ‘Julia’ y ‘Lou’ – EFE

Picasso donaría 53 obras, incluidos 28 cuencos taurinos creados en Vallauris (gran aficionado a la Fiesta, asistió a las tradicionales corridas de toros de Saint-Ferréol) y Matisse, 14 dibujos realizados en Colliure. Chagall trabajó en las ilustraciones de las ‘Fábulas’, de La Fontaine, Miró expuso en vida, Dalí lo visitó en 1965 y Tàpies recibió en 1988 un encargo: ‘Díptico mural’, que luce a la entrada del museo. También hubo muestras de Miquel Barceló y de Jaume Plensa. La de este, en 2015, tuvo un gran éxito. Ahora repite con otra exposición con la que hoy reabre sus puertas el museo.

Esculturas y dibujos de Jaume Plensa, en la nueva sala de exposiciones temporales del Museo de Arte Moderno de Céret
Esculturas y dibujos de Jaume Plensa, en la nueva sala de exposiciones temporales del Museo de Arte Moderno de Céret – EFE

En noviembre de 2019 cerró para renovar y ampliar sus instalaciones. Se ha creado un nuevo pabellón de 1.300 metros cuadrados para salas de exposiciones temporales, almacenes y talleres, obra del arquitecto Pierre-Louis Faloci. Además, se ha llevado a cabo una nueva museografía de la colección permanente. Desde un mirador se aprecian unas espléndidas vistas de Céret y del monte Canigou, que luce nevado.

'Carlota Silence' (mármol, 2020), de Jaume Plensa
‘Carlota Silence’ (mármol, 2020), de Jaume Plensa – J. PLENSA-ROBERTO RUIZ/MUSEO DE CÉRET

‘Cada rostro es un lugar’, título tomado de un poema de Jaume Plensa, reúne, hasta el 6 de junio, una docena de esculturas y veinte dibujos de gran formato, que giran en torno al tema del rostro, creados en los últimos cuatro años y que durante este tiempo el artista guardó en su estudio. En el vestíbulo del museo nos recibe una cabeza de mujer que pide silencio. Es Carlota, la misma –aunque en mármol de Macael y a una escala mucho más reducida–, que pide silencio desde Nueva Jersey. «Una de mis obsesiones es invitar a la gente al silencio, no para no hablar, sino para poder entender y escuchar mejor nuestros pensamientos».

Esculturas y dibujos de Jaume Plensa en la exposición 'Cada rostro es un lugar'J. PLENSA-ROBERTO RUIZ/MUSEO DE CÉRET
Esculturas y dibujos de Jaume Plensa en la exposición ‘Cada rostro es un lugar’J. PLENSA-ROBERTO RUIZ/MUSEO DE CÉRET

«Siempre es difícil hacer una segunda exposición. Busqué hacer una muestra complementaria, con obra basada en los retratos. El poema que le da título define la escultura como el gran lugar donde nos podemos encontrar. El rostro es el gran retrato del alma, como una puerta que abrimos a los demás. En el mundo simbolista el rostro era como la parte de nuestro cuerpo que es muy difícil que nos podamos ver nosotros mismos. Consideran que es el gran regalo que hacemos a los otros», comenta Plensa. Para él, «la nueva sala de exposiciones temporales de este museo es una sala abierta que tiene una forma muy peculiar porque el arquitecto la ha trabajado entre las casas que ya existían en Céret. Es como si la arquitectura fuera como un pequeño río que hubiera pasado entre las casas, como una inundación entre ellas. Es muy interesante. Y las obras están totalmente abiertas entre ellas como un paisaje, como si mantuvieran una conversación. Funciona muy bien».

La guerra en Ucrania no tardó en salir en la conversación. «Estamos en un momento en que Europa vuelve a estar en guerra. Hay mucha gente que está muriendo, muchas casas destruidas, muchos lugares a los que no se podrá volver. Siempre es trágico. A veces no sabes muy bien cómo puede ayudar el arte. Creo que esta exposición es un buen homenaje a todos los rostros que estamos viendo en la prensa, en fotografías dramáticas de mujeres y niños que se van al exilio y de hombres que han decidido quedarse a defender su patria, su casa, su pequeño lugar. Cuando habéis entrado en la sala, vuestros rostros han completado la exposición. Creo que es el mejor homenaje que podemos hacer en estos momentos a esta guerra estúpida que está sucediendo en Ucrania. Tengo muchos amigos en Rusia y en Ucrania, he expuesto en Kiev, en Moscú… Es un malentendido absoluto, porque hay gente maravillosa en los dos países. Ojalá se acabe pronto y volvamos a una cierta civilidad».

Vista aérea del Museo de Arte Moderno de Céret
Vista aérea del Museo de Arte Moderno de Céret – MANOLO MYLONAS/MUSEO DE CÉRET

En la nueva gran sala de exposiciones del Museo de Céret, de 550 metros cuadrados, conviven sus esculturas y sus dibujos: una gran esfera con alfabetos, que es su idea de autorretrato; dibujos hechos sobre sábanas, que son, para él, «sudarios de mis esculturas» (los frota con pastel y carbón); esculturas en acero inoxidable fundido o en bronce a partir de maderas quemadas, mallas que se tornan invisibles… La exposición comienza y acaba con el silencio.

«En mi vida todo empieza a ser retrospectiva», dice Jaume Plensa con ironía. Entre sus nuevos proyectos, una exposición en mayo en la galería Lelong de París, una muestra conjunta de sus dibujos en el Museo Picasso de Antibes y en el parque de esculturas de Yorkshire en verano (Skira publicará un gran libro sobre ellos) y otra en septiembre en la bienal de Porto Alegre.

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