29 abril, 2024
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Norman Foster: «Si diseñara un coche sería muy transparente, flexible y modular»

¿Imaginan ‘Ben-Hur’ sin las carreras de cuádrigas, a James Bond sin su Aston Martin, al hombre murciélago sin su Batmóvil, ‘Fast & Furious’ sin sus frenéticas competiciones, a Thelma y Louise sin viajar en el Ford Thunderbird descapotable, convertido en símbolo de la liberación de la mujer, o a Michael J. Fox regresando al futuro en otro coche que no sea el DeLorean DMC-12? Hasta Pixar cayó rendido al encanto de los coches y dio vida –animada, eso sí– a ‘Cars’. Al igual que el cine, el mundo del arte tampoco ha sido ajeno a los automóviles: adorados por los futuristas, ha inspirado a Sonia Delaunay, Tamara de Lempicka, Andy Warhol… De este último, «Silver Car Crash (Double

 Disaster)», de 1963, se vendió por 105,4 millones de dólares. Héroe y abanderado de la modernidad, pero también villano: acabó con las vidas de ídolos como Jackson Pollock (tuvo un accidente mientras conducía, borracho, su Oldsmobile) y James Dean (moría a los 24 años a bordo de su Porsche Spyder 550 y nacía el mito).

Norman Foster, junto a algunos coches presentes en la muestra

En 1999, el Guggenheim Bilbao acogió en sus salas una exposición de motos que dio mucho que hablar. Más de dos décadas después, estas mismas salas reciben a otras estrellas del motor, pero esta vez sobre cuatro ruedas: ‘Motion. Autos, Art, Architecture’, organizada por el Guggenheim Bilbao y la Norman Foster Foundation. A partir del 8 de abril y hasta el 18 de septiembre, esta espectacular exposición, patrocinada por Iberdrola y Volkswagen Group y que ha generado una gran expectación mediática -más de un centenar de periodistas nacionales e internacionales acreditados-, une tres de las pasiones de Norman Foster (la arquitectura, el arte y los coches), que firma el concepto y el diseño de la misma, y de la que es comisario junto con Lekha Hileman Waitoller y Manuel Cirauqui. Amante de la velocidad, lord Foster es un experto piloto de aviones y es frecuente verlo a los mandos del suyo propio. También ha diseñado espectaculares aeropuertos, como los de Pekín, Hong Kong y Kuwait.

Un Ferrari 250 GTO, de 1962, a su llegada al Guggenheim
Un Ferrari 250 GTO, de 1962, a su llegada al Guggenheim

«Hace mucho tiempo que siento fascinación por la belleza de los vehículos, desde aviones, bicicletas, automóviles y locomotoras hasta barcos, naves espaciales y zepelines –confiesa lord Foster–. Los más extraordinarios de estos medios de locomoción poseen una belleza inherente. Avivan mi imaginación de la misma manera en que me inspiran las grandes obras arquitectónicas, pictóricas y escultóricas. En mi opinión, tienen una dimensión artística que se deriva de su capacidad para conmover emocionalmente al espectador, para suscitar asombro o placer visual».

Está de acuerdo con el conservador de arte Arthur Drexler, quien decía que «los mejores automóviles son ‘esculturas con ruedas’». Recuerda Foster a un amigo artista pasando la mano por el alerón trasero de su Bentley R Type Continental de 1953 y diciendo que «era igual que acariciar una obra de Constantin Brancusi o Henry Moore». «Mi intuición me dice que esta exposición podría señalar un punto de inflexión importante en la historia del automóvil: el fin de la era del motor de combustión interna y el ascenso del coche sin conductor. Esta exposición constituye una oportunidad para disfrutar de las locuras, las contradicciones, la maestría, la creatividad, la belleza, las extravagancias, los riesgos y, sí, las alegrías viscerales que proporciona el automóvil, y también de obras artísticas y arquitectónicas vinculadas con este tipo de vehículos, todo ello suspendido en un significativo fragmento de la historia».

Andy Warhol. '
Andy Warhol. ‘

Frank Lloyd Wright acumuló más de 80 coches. ¿Es usted coleccionista? ¿Cuál fue su primer coche? ¿Y el último que compró?

—Sí, 11 de los 38 coches de la exposición son de nuestra colección familiar. El primero fue un todoterreno americano de la Segunda Guerra Mundial que me regalaron. El último coche que compré fue el Avions Voisin C7 de 1925, que de hecho era el coche que perteneció a Le Corbusier y que aparece en las fotografías de todos sus edificios de la época. Se llamaba ‘Lumineuse’ por su extrema transparencia, que reflejaba el acristalamiento horizontal de la radical arquitectura moderna de la época. Gabriel Voisin fue pionero de la aviación y mecenas de Le Corbusier, que encargó al arquitecto la creación de un plano utópico para un París lleno de automóviles, acertadamente bautizado con el nombre de Voisin.

Uno de los impresionantes coches expuestos en el Guggenheim de Bilbao
Uno de los impresionantes coches expuestos en el Guggenheim de Bilbao – EP

¿Alguna debilidad reconocida por un modelo o una marca? ¿Cuál es el coche que sueña poseer algún día?

—El coche que podría soñar con poseer, algo imposible de conseguir, sería cualquiera de los tres coches increíblemente bellos de la galería llamada ‘Sculpture’: por orden de preferencia, el Bugatti Atlantic de 1936, el Hispano-Suiza Dubonnet Xenia de 1938, y el Pegaso Z-102 Cúpula español de 1952.

¿Ha diseñado alguna vez un coche? Si no lo ha hecho, ¿cómo sería?

—No, nunca he diseñado un coche, aunque sí hay muchos garabatos de ese tipo en mis cuadernos de bocetos. Si lo hiciera sería muy transparente, flexible para funcionar como autocaravana, y modular para poder crear variaciones adaptadas a las necesidades personales.

Wifredo Ricart.
Wifredo Ricart.

Hace más de dos décadas, el Museo Guggenheim de Bilbao acogió una exposición de motocicletas. Tuvo algunos detractores, que lo consideraron un «sacrilegio». ¿Puede una moto o un coche ser una pieza de museo, como un cuadro o una escultura? ¿Pueden un Ferrari, un Porsche, un Rolls-Royce, un Jaguar o un Cadillac estar junto a una escultura de Henry Moore o un móvil de Calder?

—Como sabe, en la galería ‘Sculpture’ de nuestra exposición los tres deseadísimos automóviles que ya he enumerado y nuestro Bentley R-Type Continental están expuestos junto a una figura reclinada de Henry Moore y un móvil de Calder suspendido en el espacio. No es casualidad que esas dos esculturas y dos de los automóviles nacieran al mismo tiempo, a principios de la década de 1950. Desde un punto de vista cultural, están alineados tanto en el tiempo como en el espíritu, por lo que no solo podrían coexistir legítimamente, sino que, de hecho, lo hacen.

Una de las salas de la exposición
Una de las salas de la exposición – EFE

Marinetti proclamó en el Manifiesto Futurista que «un coche de carreras es más bello que ‘La Victoria de Samotracia’». ¿Está usted de acuerdo o lo considera una ’boutade’?

—La comparación de Marinetti se anticipó al filósofo francés Roland Barthes, que unas décadas después comparó el revolucionario Citroën DS, también de la década de 1950, con las catedrales góticas del pasado. Ensalzar el arte del automóvil no es algo caprichoso; lo he intentado seriamente en esta exposición.

El arquitecto británico, junto a un impresionante automóvil. Detrás un cuadro de Rosenquist y fotografías de Andreas Gursky
El arquitecto británico, junto a un impresionante automóvil. Detrás un cuadro de Rosenquist y fotografías de Andreas Gursky – EFE

La contaminación en las ciudades por culpa de los coches es un grave problema. ¿Cómo imagina el futuro de la movilidad?

—La actual carrera frenética hacia la propulsión eléctrica augura un futuro más silencioso y limpio, pero hay que hacer una advertencia muy importante. Recuerden que la batería no es una fuente de energía: es una unidad de almacenamiento de energía en forma de electricidad que se ha generado en otro lugar. A menos que la producción de esa energía proceda de fuentes limpias, la contaminación atmosférica aumentará en lugar de disminuir. La única fuente de energía que es limpia, fiable, garantizada y estadísticamente la más segura por un enorme margen es la nuclear. Otro aspecto de la movilidad en el futuro es que con los robots ocultos que nos conducen de forma pasiva, la movilidad será más segura, y también mucho más aburrida.

¿Cómo encaja la arquitectura de Frank Gehry con estas joyas de cuatro ruedas?

—El equipo de la Fundación Norman Foster de Madrid es responsable del diseño de esta exposición. Hemos evitado toda intrusión física en los espacios de la galería, lo cual es casi único en una exposición. Por eso, esta respeta y celebra la arquitectura de Frank Gehry como ninguna otra.

Harley Earl. General
Harley Earl. General

En el centro de cada sala, exclusivísimos coches, como uno de los 36 Ferrari 250 GTO que se fabricaron (cuentan que Enzo Ferrari debía dar el visto bueno a cada uno de los compradores; uno de ellos se vendió en 2018 por 80 millones de dólares); Rolls-Royce, Jaguar, BMW, Alfa Romeo, Porsche, Bugatti, Mercedes-Benz y hasta un Jeep del Ejército norteamericano… se miden con obras de Brancusi, Warhol, Christo, Moore, Calder, Judd, Man Ray, Hockney, Gursky, Indiana, Rosenquist o Chamberlain y sus esculturas con chatarra, además de lo más granado de la arquitectura del siglo XX. Son tan impresionantes y bellos estos coches que se llevan todo el protagonismo: ensombrecen las obras de arte.

El recorrido nos lleva desde los orígenes del automóvil en el XIX (se exhibe el primer coche de la Historia, el Benz Patent Motor Car, de 1886, que un siglo después customizaría Warhol), hasta los intentos por democratizarlo con el Volkswagen Escarabajo, símbolo de la contracultura y los hippies. Hitler quiso convertirlo en el coche del pueblo. Curiosamente, lo diseñó un ingeniero judío, Josef Ganz.

John Owen (Diseñador principal).
John Owen (Diseñador principal).

Hay coches de película, como el flamante Aston Martin que conducía James Bond (Sean Connery) en ‘Goldfinger’; de carreras, como el Mercedes-AMG con el que Lewis Hamilton fue campeón de Fórmula 1 en 2020; utópicos, como el ‘Dymaxion’ de Buckminster Fuller, o futuristas, como los tres ‘Firebirds’, de General Motors, de los 50. Se exponen juntos por vez primera. En Estados Unidos los coches forman parte de la cultura popular: ‘On the Road’, de Kerouac; los ‘diners’ de Edward Hopper, las gasolineras en ruta de Ed Ruscha… Se exhiben mastodónticos Cadillac y Ford Mustang ‘made in USA’.

Modelados en arcilla, maquetas de coches de la Colección Hans-Peter Porsche Traumwerk y un bronce de Boccioni cuya figura semeja estar en un túnel de viento completan la muestra, que concluye con una galería del futuro, donde quince escuelas de diseño y arquitectura de todo el mundo imaginan cómo será la movilidad a finales de este siglo. Sus proyectos responden a problemas como la congestión en las ciudades, la escasez de recursos y la contaminación, la desertización, la sostenibilidad o el nomadismo.

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