26 abril, 2024
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Picasso se mide con los grandes maestros antiguos en su ciudad natal

Cuando en 1947 Pablo Picasso donó diez pinturas al Museo de Arte Moderno de París, le brindaron una oportunidad única: medirse con los maestros del Louvre. Tenía muchísimo donde elegir: Leonardo, Rafael, Tiziano, Ingres, Delacroix… Pero él dijo: «Antes que nadie, con las de Zurbarán». Picasso vivió la mayor parte de su vida en Francia, pero siempre hizo gala de su identidad española: sus lazos con nuestra cultura nunca se rompieron. Seguía muy de cerca todo lo que ocurría en su país. Y siempre mostró un gran arraigo en la tradición de la pintura española, en especial la del Siglo de Oro. De niño acudió con su padre, también pintor, al Prado. Cuentan que le llamaron la

 atención los retratos de Velázquez. A los 16 años, estuvo casi un año estudiando en la Escuela de la Academia de Bellas Artes de Madrid, un hecho del que da fe una exposición inaugurada recientemente en esta institución con importantes préstamos de la Fundación Beyeler de Basilea. El joven Picasso solía escaparse de clase para ir al Prado y copiar a los maestros.

‘Retrato de Olga Khokhlova con mantilla’, de Picasso – EFE

En marzo de 2020, con el inicio de la pandemia, muchos proyectos expositivos fueron cancelados. Se pensó entonces en llenar ese vacío con la primera coproducción entre dos de los principales museos andaluces: el Picasso de Málaga y el Bellas Artes de Sevilla. El objetivo, exhibir un cara a cara entre Picasso y los maestros antiguos. Al igual que Picasso siglos después, los pintores españoles del Siglo de Oro fueron unos rebeldes, unos revolucionarios: propugnaron liberarse de las ataduras de la tradición clásica. Picasso volvía una y otra vez a esa tradición ( las esculturas iberas le llevaron a ‘Las señoritas de Aviñón’ y le abrieron el camino hacia el cubismo; sus viajes a Italia supusieron una vuelta al clasicismo), pero siempre acababa rompiendo las reglas y dando un nuevo giro a su producción.

La primera parada de esta muestra fue el Museo de Bellas Artes de Sevilla, donde la visitaron más de cien mil personas. Los préstamos de Picasso proceden de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), a los que se ha sumado ahora una obra cedida por el Museo de Málaga. Por su parte, la pinacoteca hispalense ha cedido un puñado de piezas de su excelente colección.

'Busto de hombre', de Picasso
‘Busto de hombre’, de Picasso – EFE

El cara a cara más espectacular es el que mantienen dos pesos pesados: El Greco y Picasso. En una pared se exhibe el retrato que El Greco pintó de su hijo Jorge Manuel, también pintor –Picasso hizo en 1950 su propia versión de este retrato, joya del museo sevillano, en una versión cubista–, flanqueado por dos retratos de caballeros picassianos, ambos con gola: un busto de hombre con espada y un mosquetero. Si Velázquez alumbró el comienzo y el final de su carrera (hizo una serie sobre ‘Las Meninas’), El Greco fue una obsesión y fuente de inspiración para Picasso toda su vida. En una página de uno de sus cuadernos de bocetos escribió: «Yo, El Greco». Toda una declaración de intenciones. Llegó a afirmar el malagueño que «la estructura de El Greco es cubista». Palabras con las que cede la paternidad de este movimiento al pintor cretense, tres siglos antes de que Braque y Picasso lo inventaran oficialmente.

'Salomé con la cabeza del Bautista', de Giovanni Battista Caracciolo
‘Salomé con la cabeza del Bautista’, de Giovanni Battista Caracciolo – EP

Picasso también se mide con Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, en un duelo retratístico. De Pacheco cuelga en la muestra ‘Retrato de dama y caballero orantes’. A un lado, el magnífico retrato que Picasso pintó de su primera esposa, la bailarina rusa Olga Khokhlova, luciendo mantilla. Al otro, una cabeza masculina pintada por Picasso en el 71, dos años antes de su muerte. La dramática ‘Salomé con la cabeza del Bautista’, de Giovanni Battista Caracciolo, se confronta con una ‘Naturaleza muerta con gallo y cuchillo’, de Picasso. Un cara a cara en el que no falta el humor negro, tan español. Y subvierte la tradición moralizante de la pintura de bodegón en una celebración del gusto: una ‘Vanitas’, de Cornelis Norbertus Gijsbrechts, frente a ‘Restaurante’, de Picasso. Más difícil resulta ver las conexiones en otros casos: ‘El niño de la espina’, de Zurbarán, frente a ‘Hombre observando a una mujer dormida’, de Picasso; o ‘Pescado’, del malagueño, enfrentado a un ‘Trampantojo’, de Diego Bejarano.

A la izquierda, 'El niño de la espina', de Zurbarán. A la derecha, 'Hombre observando a una mujer dormida', de Picasso
A la izquierda, ‘El niño de la espina’, de Zurbarán. A la derecha, ‘Hombre observando a una mujer dormida’, de Picasso – EP

La exposición se completa con un documental sobre la relación de Picasso con los museos y una sección didáctica. Patrocinada por la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, permanecerá abierta hasta el 26 de junio. Su comisario, Michael FitzGerald, no pudo estar presente ayer en la presentación a la prensa, pero envió un vídeo, en el que explica que «Picasso fue un artista revolucionario en su tiempo, pero su arte viene de la tradición española. Se interesó por el arte del pasado». Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista, cuenta que a su abuelo «siempre le gustó trabajar sobre la historia: El Greco, Velázquez, Goya… Esta exposición es un trabajo sencillo, pero con mucho carácter e intensidad». José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, advierte que al igual que Stravinski, Joyce o Ezra Pound, Picasso vuelve su mirada a los valores del pasado: «No copia ni se doblega a la tradición, aprende de ella».

'Retrato del Infante don Felipe', de Bernardo Lorente Germán
‘Retrato del Infante don Felipe’, de Bernardo Lorente Germán – EP

A la espera de conocer la programación del 50 aniversario de la muerte de Picasso, que se conmemora en 2023 (parece que Francia y España finalmente colaborarán para no hacerse la competencia), abrimos boca para el atracón que nos espera el próximo año con estos aperitivos: el Museo Thyssen abordará la relación de Picasso con Coco Chanel, la Fundación Mapfre exhibirá las esculturas de Picasso y las de Julio González; el Museo Picasso de Barcelona indagará en su época azul; en la National Gallery de Londres se medirán Ingres y Picasso en un combate de altura… Aunque, para combate de pesos pesados, el de Casado y Ayuso. El consejero de la Presidencia, Administración Pública e Interior de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, regateó con un quite picassiano la esperada pregunta: «Estamos en la etapa abstracta de Picasso, por decirlo de alguna manera».

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